- El Rey David en Jerusalén

El reino de David ¿mito o realidad histórica?
Mucho se ha escrito sobre David y Salomón, figuras esenciales en la identidad del pueblo hebreo y no menos importantes en la literatura bíblica. Actualmente hay un gran debate académico sobre la datación de los restos arqueológicos del inicio de la Edad del Hierro II en Israel, de la que son contemporáneos estos reyes. Hoy en dia la arqueología no se cuestiona la existencia de estos dos reyes sino que intenta descubrir hasta qué nivel estaba consolidado y desarrollado su reino con un estado bien organizado como señala el texto bíblico.
Hoy aún es necesario más información de datos arqueológicos que identifiquen la riqueza monumental de la ciudad de David y Salomón. No obstante, los datos que van proporcionando las excavaciones en el Israel del siglo X aC. siguen en aumento, mostrando un contexto histórico que ayuda a conocer el período de la monarquía unida descrita en la Biblia.
Numerosos hallazgos arqueológicos nos enseñan que la Jerusalén cananea era al comienzo una ciudad fortificada y amurallada. A pesar de sus pequeñas dimensiones, era muy difícil conquistarla. Estaba situada al pie de la colina de la cual emanaba el manantial de Guijón y estaba rodeada por un enorme sistema de fortificaciones, cuyos vestigios extraordinarios fueron encontrados hace poco.
Los cananitas que gobernaban la ciudad cavaron un sistema de agua sofisticado en el cual había un pasaje subterráneo que conducía hacia el manantial en tiempos de guerra.
Las Escrituras nos cuentan que durante la conquista de la tierra de Israel por parte de las doce tribus, no recuperaron Jerusalén hasta la época del rey David.
Jerusalén: la ciudad que conquistó David
¿cómo pudo ser la ciudad jebusea que conquistó David?
Antes de entrar en el estudio de los reyes David y Salomón, la monarquía unida en la ciudad de David, es importante hacer referencia al descubrimiento anunciado el 15-07-2010, por la Universidad Hebrea de Jerusalén. Se trata de un pequeño trozo de tablilla cuneiforme hallada en la zona de Ofel. La inscripción está en lengua acadia y confirma la importancia del reino cananeo de Jerusalén. La inscripción datada en el siglo XIV aC. posiblemente pertenezca a una copia de la correspondencia de Jerusalén con Egipto, según las seis cartas halladas en Amarna entre Abdi-Heba y Amenofis IV.
La correspondencia descubierta en Tell el Amarnas del siglo XIV aC, muestran las cartas del rey cananeo Abdi-Heba de Urusalim (Jerusalén) con el faraón Amenofis IV (Akhenatón). Los comunicados revelan una organización de ciudad-estado con la suficiente entidad como para que su rey pudiera dirigirse al soberano de Egipto.
Además, cartas como la dirigida por el rey de Gat al faraón, en las que se queja del afán expansionista del rey de Jerusalén Abdi-Heba, al arrebatarle sus ciudades, manifiesta la importancia de este centro de poder en la zona montañosa de Israel.
Por otro lado, la fortaleza jebusea de Sión constaba de una muralla, cuyo resto se aprecia en la denominada “estructura escalonada de piedra”. Su excavación ha sido realizada por diversos arqueólogos, entre ellos Kathleen Kenyon y Yigal Shiloh.
Existen diferentes interpretaciones de la conformación de esta estructura, aunque en general, como indica Jane Cahill en relación con la cerámica hallada, se la data entorno al 1.200 aC. Hay quienes opinan que la instalación jebusea pudo ser usada por el ejército de David para entrar y conquistar Jerusalén, de acuerdo con el libro de 2 Samuel 5,7-8.
La monumentalidad y complejidad de esta defensa en el punto más alto de la ciudad, nos muestra una urbe cananea desarrollada, que albergaría un complejo administrativo-religioso. Según algunos autores, esta estructura escalonada podría ser el Milo al que se refiere la Biblia en 2 Samuel 5,9.
En la Edad del Bronce Medio, los jebuseos habían construido un conjunto formado por dos torres, un estanque y un túnel para el acceso desde el interior de la ciudad que, en caso de asedio, protegía el sistema de abastecimiento de agua. Este sistema se alimentaba de la fuente de Guijón, situada en la ladera oriental que da al valle del Cedrón. El complejo fue descubierto por los arqueólogos Ronny Reich y Eli Shukron, y pone en cuestión la utilización, para este mismo fin, del pozo natural hallado por el ingeniero inglés Charles Warren.
El conjunto evidencia un avanzado sistema defensivo que se utilizó hasta el siglo VIII aC., cuando el rey Ezequías construyó un túnel a través de la ciudad, que conducía el agua desde la fuente de Guijón hasta el estanque de Siloé.
VESTIGIOS DE LA JERUSALÉN ISRAELITA DEL SIGLO X
Las excavaciones de Kathleen Kenyon al norte de la Ciudad de David, sacaron a la luz una sección de la estructura de un edificio público, que ella consideró como parte de un muro de casamatas, 
construido en base a la cerámica asociada en el siglo X aC. También halló, en una zona escarpada junto con restos de sillares, un capitel protoeólico cuyas dimensiones (1,2 metros de ancho, 0,6 de alto y 0,45 de espesor) y belleza prueba la existencia de un edificio monumental de origen fenicio que bien podría ser del período de la monarquía unida.
La construcción de dos barrios residenciales en las primeras fases de la Edad de Hierro II, demuestra que durante el siglo X aC., la ciudad se extendió más allá de los límites establecidos por sus murallas preexistentes.
Otro de los hallazgos que revelan la ocupación israelita en la Jerusalén del siglo X aC, son dos casas descubiertas por Yigal Shiloh, conocidas como la Casa de Ahiel (llamada así, por una inscripción encontrada en su interior), y la Casa de la habitación Quemada (llamada así, por apreciarse en ella la destrucción causada por Babilonia en el año 586 aC.).
La distribución de las viviendas es la típica israelita de cuatro estancias. Su datación se realizó mediante la cerámica hallada en el estrato 14, similar a la de Tel Arad en su estrato 12, comúnmente fechada en esta épo (siglo X aC). 
Las casas pertenecían a un barrio residencial de nueva construcción, situadas en el interior del recinto amurallado de la ciudad y se diferenciaba de otras casas localizadas en un barrio a extramuros por su estructura más sólida y por la presencia de cerámica importada bícroma cypro-fenicia, señal de una élite social de elevado nivel
Nos hacemos también aquí eco de las recientes declaraciones realizadas por la arqueóloga Eliat Mazar, en febrero de 2010, donde afirma haber encontrado restos de edificaciones construidas por Salomón. Se trata de una antigua muralla que integra una puerta de cuatro cámaras y una torre. 
Ella basa principalmente su análisis en la comparación de estas construcciones y la cerámica anexa, con las halladas en otras poblaciones de Israel. Mazar viene realizando excavaciones en la zona del Ofel, en el denominado Parque Arqueológico, al sur del Monte del Templo.
Anteriormente, en 2005, Mazar había anunciado el descubrimiento de los restos del palacio del rey David y los edificios anexos administrativos. En su opinión, fuera de la muralla jebusea, hacia el norte, hay una explanación del terreno formado mediante el relleno con materiales de desecho que contiene abundante cerámica cananea, al menos desde el Bronce Medio hasta comienzo del Hierro I (1200 aC). 
Sobre esta superficie halló la “gran estructura de piedra” que la identifica con el Palacio del Rey David. Donde la cerámica, en concreto una pequeña vasija bien conservada de color negro sobre rojo importada de Chipre (juglet), cobra gran importancia al datarla entre los siglos IX y X aC.
La topografía de Jerusalén en esta época de la monarquía de David constaría de tres partes: al sur, el promontorio rocoso de la zona residencial “Ciudad de David”, al norte, en la parte más alta, el Monte Moriah donde se construyó el templo y entre ellos la zona conocida por el Ofel. Toda esta superficie alargada está flanqueada al este por el valle del Cedrón y al oeste por el valle del Tyropeón.
El promontorio rocoso de la zona residencial de la “Ciudad de David” presenta grandes dificultades para el estudio estratigráfico, entre ellas la de estar habitada actualmente. Además, no se ha formado a lo largo del tiempo el característico tell, compuesto de capas por acumulación de materiales propios de un asentamiento humano, debido a la reutilización de la roca como principal elemento constructivo, e incluso se conoce la explanación realizada por Simón Macabeo en el siglo II a.C., al destruir hasta los cimientos una fortaleza Siria, según informa Flavio Josefo.