Una señal en la
carretera indica las ruinas de Qumrán. Por lo tanto, seguimos dicha señal para
acceder al centro de visitantes que se adivinaba al final de una pequeña loma.
Empezaba a hacer calor y con esa cuesta llegaron los primeros sudores.
Íbamos
dejando atrás las aguas del Mar Muerto para ponernos de cara a las áridas
montañas clásicas del Desierto de Judea.
En ese momento me vino
a la cabeza la fascinación que ha suscitado este lugar, el antes y el
después del considerado como uno de los hallazgos más importantes de la
Historia. Muchos dicen Qumrán, pero realmente quieren decir “Los Manuscritos
del Mar Muerto”.
En
este lugar de durísimas condiciones, habitó hace más de dos mil años una
comunidad judía muy cerrada, los Esenios. Ésta era prácticamente una secta
formada eminentemente por hombres que estaban en contra de la helenización del
Templo de Jerusalén y que decidieron alejarse al desierto para preparar la
inminente llegada del Mesías.
Sus miembros eran sumamente piadosos y
consideraban inútil los bienes materiales, de los cuales debían despojarse
quienes quisieran sumarse a ellos.
Dentro del Yacimiento Arqueológico de Qumrán es
posible visitar el resultado de las excavaciones llevadas a cabo en el
lugar incorporando nuevos e interesantes hallazgos. Apenas se llega al
centro de visitantes lo primero que podemos visitar son los restos de una torre o fortaleza bien adaptada
para operaciones defensivas, una cisterna para
el suministro de agua y un cementerio,
donde se encontraron más de mil salmas.
Prosiguiendo el recorrido marcado por
la pasarela podemos ver los restos de un acueducto que
traía el agua procedente del desfiladero hacia una cisterna central que
distribuía el agua a través de canales a todo el asentamiento. Otro de los
elementos interesantes que encontramos en el yacimiento son los hornos al parecer para cocer la
cerámica, los restos de un edificio
compuesto de grandes salones: uno
destinado al estudio llamado escritorium por
haberse encontrado en él numerosos tinteros y bancos de escritura, otro que parece ser un comedor y una despensa donde
se han descubierto hasta 1000 utensilios
de cocina como cuencos, platos, vasijas, vasos, etc.
Cerca de este
edificio podemos ver también una piscina con
escalones de acceso, bien divididos que sugieren su utilización para baños
de carácter ritual o ceremonial.
Los esenios
eran los residentes y cuidadores de Qumran y los rollos. Eran una secta judía masculina
que se mantuvo firme en las enseñanzas de Moisés tal como están escritas en la
Torá. Los esenios vivían en una comunidad cerrada de unos
200, hasta que el asentamiento fue conquistado y arrasado por los romanos en la caída del Segundo Templo, año 68 dC. Después de esta
invasión, el sitio se convirtió en una ruina y ha estado vacante durante casi
2,000 años.
A pesar de este largo período sin
ningún cuidado, el sitio está en muy buen estado. Los visitantes de Qumran aún
pueden explorar la antigua ciudad, donde pueden ver edificios excavados que
alguna vez contuvieron salas de reuniones, comedores, una torre de vigilancia,
un taller de cerámica y establos. El sitio también tiene bastantes
piscinas de purificación ritual, que se cree que juegan un papel importante en
las prácticas de adoración de los esenios.
Los Manuscritos del Mar Muerto o Rollos de Qumrán, llamados así por haberse encontrado en cuevas situadas en Qumrán, a orillas del mar
Muerto, son una colección de 972 manuscritos. La mayoría datan del 250 aC. al año 66 dC, antes de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén por los romanos en el año 70 dC.
Los
manuscritos están redactados en hebreo y arameo casi en su totalidad, solo con
algunos ejemplares en griego. Los
primeros siete manuscritos fueron descubiertos accidentalmente por
pastores beduinos a finales de 1946, en una cueva
en las cercanías de las ruinas de Qumrán, en la orilla noroccidental del Mar Muerto.
Posteriormente, hasta el año 1956,
se encontraron manuscritos en un total de once cuevas de la misma región. En
febrero de 2017, arqueólogos de la Universidad
Hebrea de Jerusalén anunciaron el descubrimiento de la cueva
número doce en unas colinas al oeste de Qumrán, cerca de la orilla noroeste del
Mar Muerto.
Si bien no se encontraron manuscritos en la cueva, se hallaron
frascos de almacenamiento vacíos. Estos estaban rotos y se presume que el
contenido se retiró con anterioridad.
Algunos
de estos manuscritos constituyen el testimonio más antiguo del texto bíblico
encontrado hasta la fecha. En Qumrán se han descubierto aproximadamente
doscientas copias, la mayoría muy fragmentadas, de todos los libros de la Biblia
hebrea, con excepción del Libro de Ester (aunque tampoco se han
hallado fragmentos de Nehemías, que en la
Biblia hebrea forma parte del Libro de Esdras). Del Libro de Isaías se
ha encontrado un ejemplar completo.
Lo más
importante del hallazgo es la antigüedad de los manuscritos, que en su mayoría
datan de entre el siglo II aC y en siglo I dC. Esto los ubica entre los
textos más antiguos del Tanaj o Antiguo Testamento bíblico
en lengua hebrea; y también permite estudiar importantes fuentes teológicas y
organizativas del judaísmo y del cristianismo.
Se cree que los ocultaron
los esenios para preservarlos de la guerra de
los romanos contra los rebeldes judíos en aquellos años.
Debido a
las once cuevas en las que fueron hallados, la denominación de cada fragmento
se hizo indicando primero el número de la cueva en la que fue hallado, seguido
por la letra Q (o sea 1Q, 2Q, 3Q, etc.). Los nuevos hallazgos no ponen en duda
los miles de fragmentos reales, la mayoría de los cuales yacen en el Santuario
del Libro, parte del Museo de Israel.
Otra
parte de los manuscritos son libros no incluidos en el canon del Tanaj,
comentarios, calendarios, oraciones y normas de una comunidad religiosa judía
que la mayoría de expertos identifica con los esenios. La mayoría de los manuscritos
están hoy en el Museo de Israel y
en el Museo Rockefeller (ambos
en Jerusalén), así como en el Museo
Arqueológico de Jordania (en Amán). Otros pocos se encuentran en la Biblioteca
Nacional de Francia (en París), o en manos privadas, como la Colección Schøyen (en Noruega). Estos
escritos son los más antiguos conservados en lengua hebrea que muestran una
versión de numerosos textos del Antiguo Testamento mil años más antiguos que
los existentes hasta el momento.
Las concepciones de los miembros de esta comunidad chocan con
las de los poderes sociales. Así uno de los principales estudiosos de los
manuscritos, escribió que estos textos forman parte de una "biblioteca
sectaria", pues los rollos forman un conjunto articulado de concepciones teológicas
escatológicas, morales y éticas. Las normas de la comunidad citan y hacen
referencia a todos los textos bíblicos y
parabíblicos encontrados en el mismo lugar, mostrando que los autores se
consideraban intérpretes legítimos de los textos inspirados que están en su
biblioteca. El uso del antiguo calendario solar hebreo por la comunidad,
diferente del oficialmente
vigente en el siglo I dC, distingue a la
comunidad que habitaba en Qumrán de otras corrientes judías, como los fariseos
y saduceos.
Vivían
en comunidad, compartiendo escenarios para la meditación, los baños rituales y
los escasos alimentos del día a día. Sus normas eran extremadamente rígidas y
pasaban incluso por tener largas horas de silencio absoluto, oraciones en
común, cumplimiento del sabbath a rajatabla sin efectuar la mínima actividad
(no podían ni defecar…) y en fin, una actitud religiosa ante la vida que
compartían con los demás. Su disciplina era tan férrea como su intención de
realizar minuciosas labores de escritura día tras día.
Utilizaban
la piel curtida de los animales además de otros medios como el papiro para
inmortalizar las reglas de la comunidad, textos bíblicos (por supuesto del
Antiguo Testamento), distintas interpretaciones de los libros sagrados y un
largo etcétera que se ocuparon de guardar convenientemente en tinajas. Ante la
revuelta judía que llevó a la destrucción del Templo por parte de los romanos y
su posterior llegada a la zona reflejada en el definitivo asalto a Masada, los
esenios y en sí los habitantes de Qumrán, decidieron esconder dichas tinajas en
cuevas con objeto de preservar su amplia obra.
Algunos
temas de interés moderno para no especialistas en manuscritos antiguos podrían
ser: el poder cómo era la vida en el período del Segundo Templo, también sobre una
riquísima literatura bíblica y extrabíblica, e infinidad de datos históricos y
religiosos que sesenta años después de su descubrimiento se siguen
interpretando. ¿Tuvieron algo que ver Jesucristo y Juan el Bautista con los
Esenios?,¿El rollo de cobre conservado posee un plano con los tesoros del
Templo de Jerusalén?.
Como
véis, esta historia ha dado para bastante y aún dará para mucho más.