- Laquis, la ciudad conquistada, ahora visible

De acuerdo con la Biblia, el rey Ezequías fue el 13º rey de Judá, habiendo reinado durante 29 años. Ahora, una antigua gran puerta y el templo que habrían sido destruidos por el rey durante el siglo 8 aC pudieron ser descubiertos por arqueólogos israelíes tras una excavación realizada en la ciudad de Laquis (o Tel Lachis) en Israel.
El templo fue señalado como evidencia de las acciones tomadas por Ezequías en la intención de poner fin a la adoración de ídolos, según la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA) durante su reinado, Ezequías combatió con determinación el culto a los dioses paganos. Y ordenó la destrucción de cualquier objeto que recordara al culto a otros dioses que no fuera a Yawhe..
Ahora, el templo destruido fue localizado en la antigua ciudad de Tel Lachish, dentro de un área cuadrada con lados de 24,5 metros. Según la IAA, el lugar se divide en tres cámaras a cada lado, con la calle principal de la ciudad pasando por él, lo que explicaría su función mixta de templo y portón.
La parte norte de la construcción ya había sido desenterrada décadas atrás por una expedición que reunió a arqueólogos del Reino Unido y de la Universidad de Tel Aviv. La última excavación en el lugar, realizada de enero a marzo de 2016, se dedicó a descubrir toda la extensión de la puerta.
La tarea no fue simple, ya que el portal es el más grande de Israel. "El tamaño de la puerta es consistente con los conocimientos históricos y arquitectónicos que poseemos", explicó el director de excavación del IAA, Sa'ar Ganor. Por el descubrimiento, los expertos sostienen que la excavación ilustra cómo los relatos bíblicos que conocemos pueden ser utilizados como fuentes para la historia y la arqueología.
La excavación también reveló que la primera cámara poseía bancos con descansos de brazo, además de jarros estampados con el sello del rey. Se cree que los objetos pudieran ser utilizados en la preparación de los conflictos del reino de Judá contra el rey de Asiria, Senaquerib.
Las búsquedas arqueológicas en el lugar encontraron aún más evidencia de las acciones del rey Ezequías. "Fue encontrada una escalera que llevaba a una sala ancha, con un banco donde se ofrecían ofrendas, además de altares dañados en la habitación". 
Esto probablemente es evidencia de la reforma religiosa atribuida al Rey Ezequiel, que centralizó los hábitos en Jerusalén y destruyó lugares de adoración fuera de la capital.
 Los arqueólogos también encontraron un inodoro de piedra construido en la esquina del templo. De acuerdo con la IAA, la Biblia deja claro en algunos puntos que colocar el vaso en áreas vistas como religiosas era una manera de profanar el local. Los pueblos de la época creían que sustituir la función de un templo de adoración religiosa para la alusión con el acto de ir al baño representaba tremendo sesgo.
Aunque había informes en la Biblia, esa fue la primera vez que un descubrimiento arqueológico fue capaz de confirmar la teoría. Las pruebas de laboratorio en el vaso de piedra mostraron que nunca fue utilizado, pero servía como un propósito simbólico de la pérdida de significado del lugar.

Leemos en Miqueas 1,13:”Enganchen los caballos a los carros, habitantes de Laquis. Allí comenzó el pecado de Sión, porque en ti se encontraron las rebeldías de Israel” Miqueas le dice a los habitantes de Laquis/Lachish que se preparen para huir del enemigo que se aproxima y declara que esta embestida será el comienzo de la caída de Judá. Lachish, ubicado a treinta millas al suroeste de Jerusalén, fue fortificado por Roboan (II Crónicas 11: 5-12) y fue la segunda ciudad más grande del Reino del sur. 
Su ubicación era estratégica, ya que protegía el paso de montaña a través de la llanura costera del sur hacia Jerusalén y el interior del reino de Judá. Laquis fue capturada y demolida por Senaquerib, rey de los asirios, durante su campaña para capturar Jerusalén y conquistar todo el reino durante el reinado del rey Ezequias.
 Hoy, las excavaciones en Lachish han revelado la mayor rampa de asedio descubierta en el Medio Oriente, así como la estructura más grande de la Edad del Hierro descubierta en la tierra de Israel. Previendo la destrucción de esta ciudad grande y poderosa, Miqueas se burla de la confianza de los israelitas en sus caballos y su destreza militar en lugar de la protección de Yaweh.
**2Cronicas 11, 5-12; Roboán fortifica las ciudades de Judá. “Roboán se estableció en Jerusalén y fortificó las siguientes ciudades de Judá: Belén, Etam, Tecoa, Betsur, Soco, Adulán, Gat, Maresá, Zif, Adorayin, Laquis, Azeca, Zora, Ayalón y Hebrón. Estas ciudades fueron fortificadas en Judá y en Benjamín. Roboán nombró gobernantes, reforzó las fortificaciones, almacenó en ellas víveres, aceite y vino, y las armó a todas con escudos y lanzas. Así fortificó completamente todas las ciudades y quedó en posesión de Judá y de Benjamín.”

Senaquerib invade Judá: Leemos en el libro II Cronicas 32, 1-23: Después de estas cosas y de esta muestra de fidelidad, llegó Senaquerib, rey de Asiria, invadió Judá y puso cerco a las ciudades fortificadas, con intención de conquistarlas. Al ver Ezequías que Senaquerib había llegado resuelto a atacar a Jerusalén,consultó a sus jefes civiles y militares y les propuso cegar los manantiales que había fuera de la ciudad, y ellos estuvieron de acuerdo. Entonces se reunió mucha gente y cegaron todos los manantiales, así como el canal subterráneo, para que cuando llegaran los reyes de Asiria no encontraran agua abundante. 

Ezequías se armó de ánimo y reconstruyó la muralla, y también construyó torres sobre ella y una muralla exterior. Fortificó además el terraplén de la Ciudad de David, y fabricó buena cantidad de lanzas y escudos. Luego puso oficiales al mando de la gente, los reunió en la explanada de la puerta de la ciudad y les dio ánimo, diciéndoles: «¡Sean fuertes y valientes! No tengan miedo ni se desanimen ante el rey de Asiria y todo el numeroso ejército que lo acompaña, porque nosotros tenemos más que él. Él cuenta con la fuerza de los hombres, pero con nosotros está el Señor nuestro Dios para ayudarnos a luchar nuestras batallas.» Al oír las palabras del rey Ezequías, el pueblo se sintió animado. 

Después el rey Senaquerib de Asiria, quien se encontraba atacando a Laquis con todas sus tropas, mandó a Jerusalén unos oficiales suyos, para comunicar a Ezequías, rey de Judá, y a todos los habitantes de Jerusalén que estaban en Jerusalén, el siguiente mensaje: «Senaquerib, rey de Asiria, manda a decirles: “¿Por qué se sienten tan seguros, que se quedan en Jerusalén a pesar de estar cercados? Si Ezequías les dice que el Señor su Dios los librará de mis manos, los está engañando y los está exponiendo a ustedes a morir de hambre y sed.¿Acaso no suprimió Ezequías los lugares de culto y los altares de ese Dios, y ordenó que la gente de Judá y Jerusalén le diera culto y le ofreciera incienso solamente en un altar? ¿No saben lo que yo y mis antepasados hemos hecho con todos los pueblos de los otros países? ¿Acaso pudieron los dioses de esas naciones librarlos de mi poder? ¿Cuál de todos los dioses de esas naciones que destruyeron mis antepasados, pudo salvar a su país de mi poder? ¿Por qué piensan que su Dios puede salvarlos? 

Por tanto, no se dejen engañar ni embaucar por Ezequías; no le crean, pues si ningún dios de ninguna de esas naciones fue capaz de librar a su pueblo de mi poder y del poder de mis antepasados, ¡mucho menos podrá el Dios de ustedes librarlos de mi poder!”»

Esto, y más todavía, dijeron los oficiales del rey de Asiria contra Dios, el Señor, y contra su siervo Ezequías. Senaquerib escribió además cartas en que insultaba al Señor, Dios de Israel, y en que decía contra él: «Así como los dioses de los pueblos de otros países no pudieron librarlos de mi poder, tampoco el Dios de Ezequías podrá librar de mi poder a su pueblo.»
Los oficiales de Senaquerib, dirigiéndose a la gente de Jerusalén que estaba en la muralla, gritaron bien fuerte en hebreo para asustarlos y aterrorizarlos, y así poder conquistar la ciudad. Hablaban del Dios de Jerusalén como de los dioses de las otras naciones de la tierra, que son dioses hechos por los hombres.
En esta situación, el rey Ezequías y el profeta Isaías, hijo de Amós, oraron y pidieron ayuda al cielo. Entonces el Señor envió un ángel que exterminó a todos los soldados, capitanes y comandantes del campamento del rey de Asiria, quien tuvo que volverse a su país lleno de vergüenza. Y cuando entró en el templo de su dios, allí mismo lo asesinaron sus propios hijos. De este modo, el Señor libró a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén del poder de Senaquerib, rey de Asiria, y del poder de todos los demás, y les concedió paz con todos sus vecinos. Entonces hubo muchos que llevaron a Jerusalén ofrendas para el Señor, y regalos valiosos para Ezequías, rey de Judá. Y a partir de entonces, su prestigio aumentó frente a las demás naciones.