Una antigua tablilla de piedra que se presenta como la evidencia
de que la Torre de Babel bíblica existió realmente en la antigüedad. Andrew George, profesor de
Historia de Babilonia en la Universidad de Londres, examina una antigua
tablilla del siglo VI a.C. hallada en Babilonia hace más de un siglo, pero que
no había sido estudiada hasta ahora. En ella se representó una estructura
escalonada con siete pisos y una figura humana con un cetro, que el experto identifica
como el rey Nabucodonosor II, el gobernante más famoso de la Mesopotamia y una
inscripción: «Etemenanki,Ziggurat
Babel». Es decir, la «Torre del templo de Babilonia».
Ahora
emerge un indicio convincente de que la Torre de Babel existió de verdad y que
la historia es más que un mero cuento simbólico de la arrogancia humana.
En otra inscripción en la piedra se lee que para la
construcción de este zigurat de Babilonia se movilizaron a numerosos pueblos de
sus asentamientos, «"desde el mar superior", que es el Mediterráneo,
"hasta el mar menor", que es el Golfo Pérsico».
«El mito de la multitud de lenguas proviene del contexto
descrito en la estela de la multitud de pueblos alistado en la construcción de
la torre», apunta el profesor a Breaking Israel News. «En la obra se hablarían muchos idiomas.
A partir de ahí puede provenir la idea de la Biblia de la confusión de las
lenguas»,
«Como asiriólogo, no me ocupo en la Biblia, y no soy una
persona religiosa, pero en este caso, puedo decir que es un edificio real que parece
ser la inspiración para el relato bíblico», reconoce George en
la entrevista.
El profesor recuerda que «en el siglo XIX se descubrió que
los reyes asirios mencionados en la Biblia eran reales y estaban corroborados
por la evidencia arqueológica, haciendo que nos preguntáramos a su vez, ¿cuánto más hay de cierto en la Biblia?»
Hay consenso entre los historiadores sobre que
Nabucodonosor II ordenó construir un zigurat en Babilonia tras reconstruir la
ciudad y convertirla en su capital. El lugar de la torre se sitúa en una zona
conocida hoy como Al Qasr, al sur de Bagdad.
El zigurat de Nabucodonosor, al que los arqueólogos se
refieren como Etemenanki, debió de tener siete pisos que alcanzaban una altura
de 91 metros, con un templo de Marduk en su cúspide.
Una
tablilla en piedra de la colección privada de un empresario noruego, Martin
Schøyen, contiene la imagen más clara jamás vista del Gran Zigurat de
Babilonia, según Andrew George, profesor de historia babilonia en la
Universidad de Londrés.
La
tablilla, que ha sido grabada en vídeo por primera vez por la revista
Smithsonian, muestra una ilustración de una estructura piramidal, junto a una
representación del rey Nabucodonosor II, que reinó Babilonia del 605-562 aC.
Construido
en tiempos de Hammurabi (1792-1750 aC.), el zigurat de Babilonia estaba en un
grave estado de deterioro para cuando apareció Alejandro Magno, quien ordenó su
demolición en el 331 aC.
Sin
ningún indicio de su aspecto original, hasta ahora solo se disponía, según
explica el catálogo de la Colección Schøyen, de “una larga serie de pinturas
fantasiosas como referencia”. Esta tablilla, por primera vez, nos ofrece una
ilustración coetánea de la torre; junto con una inscripción que nos relata los
planes de construcción de Nabucodonosor II y el proceso de restauración.
La
Colección Schøyen ha documentado la traducción de la inscripción en la
tablilla, señalando que contiene una útil leyenda que identifica el dibujo
como: Etemenanki: zikkurat babibli: “La casa, la fundación del cielo y de la
tierra, zigurat en Babilonia”.
La
inscripción continúa con la descripción del proceso de restauración: “Nabucodonosor, rey de babilonia soy. Pra
completar e-temen-anki y e-ur-me-imin-anki movilicé a todos los países por
doquier, todos y cada uno de los gobernantes que alcanzaron la prominencia
sobre todos los pueblos del mundo. Completé la base para construir una terraza
alta. construí sus estructuras con bitumen y ladrillos horneados de arriba
abajo. Lo completé alzando su cima hasta los cielos, haciéndolo resplandecer
brillante como el sol”.
La
ilustración de Nabucodonosor II lo muestra:
“Con su sombrero cónico real, sosteniendo una vara en su mano izquierda y un
pergamino con los planos de la Torre (o un clavo de fundación) en su mano
derecha extendida”.
El relato
de la Torre de Babel en el Antiguo Testamento habla de una jutzpá definitiva:
un pueblo decidido a construir una torre que llegara a los cielos: “Edifiquemos
una ciudad, y también una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo, para perpetuar
nuestro nombre y no dispersarnos por toda la tierra” (Génesis 11,4). No muy
complacido, según relata la Biblia, el Señor puso fin a esta presuntuosidad e
hizo que el pueblo hablara en diferentes idiomas para que no pudieran
entenderse entre ellos, dispersándolos así “por toda la tierra”.