- ¿tempestades en el Lago de Galilea?


Sobre las tormentas en el Lago de Galilea-Israel, alguien dijo: "no creo que en el lago de Galilea haya tempestades…; eso de las olas y la barca será lenguaje poético o mítico":
Puedo asegurarles que en este Lago de Galilea se dan estas fuertes olas y tormentas impresionantes, yo lo he vivido en una noche en el Hotel Ron Beach situado junto al Lago. Vean estos otros testimonios:

"La tranquilidad del Mar de Galilea se puede convertir rápidamente en una tormenta violenta. Los vientos se canalizan a través del la zona montañosa de Galilea que va del este al oeste y agitan las aguas en poco tiempo. Aun más violentos son los vientos que vienen de las colinas de los Altos de Golán hacia el este. Atrapados en la cuenca, los vientos pueden ser mortales para los pescadores. Una tormenta en marzo de 1992 creó olas de 3 metros de alto que chocaron en el centro de Tiberias causando grandes daños."
El Mar de Galilea se alimenta del río Jordán, precipitaciones y manantiales en el lado norte. Más propiamente designado como un lago: "el Kineret" tiene 21 km de largo y 11 km de ancho. En su parte más honda tiene 46 m de profundidad. 
Su origen es tectónico, asociado al complejo del Valle del Gran Rift africano, de 21 km de longitud norte-sur y 12 km de longitud este-oeste, con una profundidad máxima de 48 m y una altura de 212 m bajo el nivel del mar (aprox. la mitad de lo que está el Mar Muerto bajo el nivel del mar, pero éste es hipersalado), lo que convierte al mar de Galilea en el lago de agua dulce más bajo del mundo. 
Su punto de mayor profundidad se halla a 260 m bajo el nivel del mar, en tanto que su perímetro consta de 53 km y su superficie tiene un tamaño de 166 km².
Ver video de una tormenta en el Lago de Galilea:
En el pasaje del Evangelio de Marcos (4,35-40) narra que Jesús mientras estaba dormido en la Barca, se desató una gran tormenta, un fuerte huracán que provocaba olas tremendas que amenazaban con hundir la barca, mientras los discípulos estaban espantados de miedos.
1.- ¿Por qué había tormentas tan grandes en el Lago de Tiberíades?
Precisamente ese lago se llamaba también “Mar de Galilea” por sus fuertes tormentas. El lago está a 213 metros bajo el nivel del mar – rodeado de barrancos y montañas empinadas excepto en el Sur. (El monte Hermón, en el Golán tiene 2.236 metros; el monte Merón en Alta Galilea tiene 1.208 metros). "Como resultado de esta formación, a menudo soplan vientos fríos por sus cuestas e, inesperadamente, se levantan tormentas violentas sobre la cálida superficie del lago"(Lockyer). Las olas pueden llegar a sobrepasar más de nueve metros de altura.
Pero además la mentalidad israelita veía en el mar el lugar donde estaban escondidos los espíritus malignos, los demonios, las fuerzas ocultas que persiguen a los seres humanos.
2.- ¿Cómo eran los barcos de ese mar?
En 1986 el casco de un barco pesquero fue excavado de la orilla del Mar de Galilea. Al ser fechado por las muestras del carbono14, demuestra ser de la época de Jesús. El barco medía 8 metros de largo, 2.30 metros de ancho, y 1.35 metros de alto, tenía cubierta de proa y de popa, y podría llevar aproximadamente 15 personas, cuatro de ellas remando. Seguramente, sería un barco como éste en el que Jesús y los discípulos cruzaron el Mar de Galilea.
3.- ¿A quién se le ocurrió meterse en el mar: a Jesús o a sus discípulos?
Fue idea de Jesús. Él decide ir a la orilla oriental del lago, que no era de los judíos, sino de los paganos. Quería llevarles también a ellos la Buena Noticia. Allí curó después a un endemoniado (de Gerasa), quien quedó allá proclamando a Jesús como Salvador.
4.- ¿Y qué hacía Jesús durante aquella tormenta?
Dormir despreocupadamente. Pero sus discípulos le despiertan, y le dicen:“¿Maestro, no te importa que perezcamos? Mira la tormenta que tenemos. Y levantándose Jesús, increpó al viento, y dijo al mar: "Calla, enmudece". Y cesó el viento, y fue hecha gran bonanza. Y Él les dijo: "¿Por qué son tan cobardes? ¿Aún no tienen fe?".
Tempestades en el mar de Galilea:  “Subiendo después a una barca, le siguieron sus discípulos. Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Y se acercaron y le despertaron diciendo: ¡Señor, sálvanos que perecemos! Jesús les respondió: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, increpó a los vientos y al mar, y se produjo una gran bonanza. Los hombres se admiraron y dijeron: ¿Quién es éste que hasta los vientos y el mar le obedecen?" (Mt 8, 23-27).
Citaré unas palabras del arqueólogo J. Gonzalez Echegaray sobre las tormentas en el Mar de Galilea: "El hecho de que el lago se encuentre en un entorno montañoso, especialmente por el norte, donde el Hermón con su cima nevada de 2.750 m. es visible desde el agua los días despejados y, sobre todo, la profunda depresión de la superficie de este lago, a más de 200 metros por debajo del no lejano Mar Mediterráneo, crea con frecuencia una inestabilidad en el clima, normalmente caluroso y tranquilo, que se traduce en la presencia inesperada de un fuerte viento, que encrespa las olas, las cuales en ocasiones pueden sobrepasar los 2 m. de altura.
Estas tormentas repentinas se producen, sobre todo en verano, a la caída de la tarde con vientos procedentes de Oeste y no suelen durar mucho tiempo, mientras que en invierno lo pueden hacer con los vientos que bajan de los altos del Golán, menos violentos, pero más duraderos. En el evangelio se describen ambas tormentas, la más violenta y efímera del Oeste al atardecer (Mt 8, 23-27; Mc 4, 35-41; Lc 8, 22-25) y la otra más persistente, ya de noche, aunque la dirección del viento en este caso es dudosa (Mt 14, 24-34; Mc 6, 45-51; Jn 6, 16-21)".
También el mismo arqueólogo explicaba el tipo de barca que utilizarían, y que se puede conocer bien tanto por el dibujo de una de ellas en un bello mosaico descubierto en el puerto de Tariquea, como por el inestimable hallazgo en 1986 de una auténtica barca, cuya datación por el Carbono-14 es de principios del siglo I dC. y que fue encontrada entre el fango de la orilla junto al Kibutz Ginnosar, a unos dos Kilometros al norte de Tariquea-Mágdala
Estas embarcaciones, de las que según Josefo había unas 200 en el lago, eran plurivalentes, siendo utilizadas tanto para pesca, como para el transporte..."Tenía un mástil para la vela cuadrada, que permitía la navegación por la fuerza del viento, a la que unía el desplazamiento por la fuerza de los remos. En la popa tenía un pequeño puente para guardar los aparejos de pesca y los sacos que servían de lastre”. Solían llevar también un pequeño esquife o bote auxiliar, del que nos habla el evangelio (Jn 6, 22). Durante la tempestad que amenazó con hundir la nave en que iba Jesús, éste “se hallaba dormido en el castillo de popa, recostada su cabeza en uno de los sacos. (Mc 4, 38)".
En efecto, en ocasiones peregrinos que han podido navegar en algún barco por el mar de Galilea, me han contado cómo de repente se levantaba el viento y el barco comenzaba a zarandearse. Me decían que les había ayudado mucho a situarse en la repentina tempestad que se levantó mientras Jesús dormía, el susto de los discípulos, y la impresión de éstos cuando el Señor realizó el milagro increpando a los vientos y al mar.
Hoy, Jesús nos desconcierta. Estábamos acostumbrados a un Redentor que, presto para atender todo tipo de indigencia humana, no dudaba en recorrer a su poder divino. De hecho, la acción transcurre justo después de la multiplicación de los panes y peces a favor de la multitud hambrienta. Ahora, en cambio, nos desconcierta un milagro —el hecho de andar sobre las aguas— que parece, a primera vista, una acción de cara a la galería. ¡Pero no!, Jesús ya había descartado el uso de su poder divino para buscar el lucimiento o el provecho personal cuando al inicio de su misión rechazó las tentaciones del Maligno.
Al andar sobre las aguas, Jesucristo está mostrando su señorío sobre las cosas creadas. Pero también podemos ver una escenificación de su dominio sobre el Maligno, representado por un mar embravecido en la oscuridad.
«No temáis» (Jn 6,20), les decía Jesús en aquella ocasión. «Confiad, yo he vencido al mundo» (Jn 16,33), les dirá después en el Cenáculo. Finalmente, es Jesús quien dice a las mujeres en la mañana de Pascua, después de levantarse del sepulcro: «No tengáis miedo». Nosotros, por el testimonio de los Apóstoles, sabemos de su victoria sobre los enemigos del hombre, el pecado y la muerte. 
Por esto, hoy, sus palabras resuenan en nuestro corazón con una fuerza especial, porque son las palabras de Alguien que está vivo.